Nos enamoramos en un tiempo en que yo llevaba años confundiendo mis elecciones con “arruinar las cosas”. Resultó que no conformarse a veces tenía un precio que había que estar dispuesto a pagar.

Porque para tener más de algo dicen que se ha de tener menos de otra cosa. Por eso el que mucho abarca poco aprieta y el que está en todos lados no está en realidad en ninguna parte.

Yo no arruinaba, a veces elegía, y para armar algo nuevo había que desarmar lo que ya no elegía, aunque doliera, a pesar de haberlo armado con amor.

Sigo creyendo que casi nada es imposible, aunque tengan que intercambiarse las cosas que ya no son de la horma de uno por otras nuevas o simplemente diferentes.

Lo demás es adaptarse, fluir entre sucesos que nos dejan alterarnos sin rompernos.

No creo que sea verdad que hay que romperse para dejarse traspasar por la vida. No es lo mismo transitar colores que vivir entre el blanco y el negro pensando que en medio sólo hay grises. Fluir entre los colores es un lujo que sólo puede auto habilitarse mientras surfeamos la rutina, a veces, sólo a veces, catastrófica de la vida.